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Fecha de publicación: 2008-07-14
El uso de la Medicina Nuclear en la Neurología Clínica se remonta a los años '60, cuando de una manera no invasiva, se obtenía información de la circulación cerebral (angiografía radioisotópica), de utilidad en patología vascular: obstrucción carotídea, síndrome vertebrobasilar, etc. o de la alteración de la barrera hematoencefálica (BHE) (Centellograma cerebral) en tumores, hematomas o ACV. A partir de los '80 con el desarrollo de equipamiento con capacidad de producir imágenes tomográficas y de radiofármacos (RF), 99mTc-HM-PAO y 99mTc-ECD, capaces de atravesar la BHE indemne, aparece en el amplio espectro de métodos complementarios el SPECT cerebral. A la información estructural o morfológica de la tomografía axial computada (TAC) o de la resonancia magnética (MRI) se le aportan datos funcionales, ya que los RF utilizados cruzan la BHE indemne y son captados por los cuerpos neuronales, fijándose en el glutatión o citosol de las estructuras grises corticales y subcorticales en forma proporcional al flujo sanguíneo cerebral (rCBF). Aquellas neuronas con deterioro funcional muestran ausencia o menor fijación del RF. Estamos en presencia de un método sensible en la detección de las alteraciones funcionales que preceden a los cambios estructurales evidenciados por TAC o MRI.